DOMINGO, 27 de julio de 2014
Artículo publicado en LA RAZÓN, suplemento A TU SALUD
España es tierra de conejos. Así lo indica su nombre, procedente del término i-spn-ya –Hispania-, utilizado por los fenicios para referirse a la Península Ibérica. Siglos después, la fidelidad con la que se reproduce el conejo en cerámicas romanas muestra que fue un animal muy apreciado. La Edad Media supone un punto de inflexión respecto al consumo de conejo: desde los monasterios se impulsa la domesticación del animal, hasta entonces considerado sólo presa de caza. Tener un acceso fácil instaura su consumo, convirtiéndolo en lo que hoy en día es un producto tradicional y fundamental en la dieta mediterránea.
Las propiedades nutricionales de la carne de conejo, recientemente enaltecidas por la OMS, justifican su alto consumo. Bajo en grasa, en colesterol y en sodio, y abundante en vitaminas y fósforo, es un alimento especialmente adecuado para determinadas etapas del desarrollo, así como para personas con anemia, problemas digestivos, obesidad, hipertensión arterial o alteraciones cardiovasculares. En 2013 el consumo español de conejo de granja aumentó más de un 6% (datos MAGRAMA), prueba fehaciente de que es un producto básico en nuestra dieta.
La tradición con respecto al conejo no se limita al consumo, sino también a la producción. España es el tercer productor europeo de esta carne, y la cunicultura es estratégica a nivel económico, social, territorial y ambiental. Por ello, y para garantizar su sostenibilidad a corto, medio y largo plazo, es fundamental apostar por la innovación en todas las fases de la cadena de valor, tanto tecnológicamente en los procesos como en la gestión. Solamente con mejoras, investigación y modernización garantizaremos el futuro del sector y satisfaremos la cada vez más exigente demanda del consumidor con el concepto de dieta mediterránea.
RAMÓN CALBET ROIG
Director General
Grup Cunicarn