Si pretende sustituir la sal por otros sazonadores, a base de salsas, especias, hierbas aromáticas… sólo por razones culinarias, “de paladar”, nos encontramos ante el dicho “sobre gustos, no hay nada escrito”, al que no tenemos nada que añadir. La salsa de soja la asociamos a alimentos o tipos de comida concretos, como puedan ser diversas especialidades de la cocina oriental, pero también tiene cabida aderezando con éxito algunas recetas clásicas de nuestras latitudes.

Sin embargo, si lo que busca es sustituir la sal común por otro sazonador, porque el Sodio de la sal le resulta perjudicial o se lo han desaconsejado, por padecer hipertensión arterial, nefropatías o diversos transtornos en su equilibrio hidroelectrolítico, la salsa de soja no es una buena opción, ya que su aportación de Sodio es importante. La composición media de la salsa de soja comercializada en España, de acuerdo con la Base de Datos de Composición de Alimentos Españoles, BEDCA, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, incluye 5.720 mg de Sodio por 100 gramos de producto. Aunque es cierto que no consumimos la salsa de soja “en vasos”, la  cantidad que normalmente se utilizaría para aderezar un plato de cualquier receta incorporaría una elevada cantidad de Sodio, y no se obtendría ninguna ventaja, desde el punto de vista médico, al sustituir la sal común por la salsa de soja.

JOSÉ IGNACIO ARRANZ RECIO
Foro Interalimentario
Presidente