El consumidor exige alimentos con absolutas garantías de inocuidad. Con toda lógica, persigue además que la calidad de los mismos sea elevada. Y aseguradas esas dos premisas, que tales alimentos se le ofrezcan a un precio que razonablemente pueda pagar. La crisis económica no ha cambiado la forma de ver las cosas. La seguridad, ni se discute, y nadie acogería hoy un producto más barato a costa de una merma en su seguridad. Tampoco se dan por buenas las mediocridades en términos de calidad: Comprar a buen precio, sí… pero no cualquier cosa. Nos toca, pues, hacer realidad el “bueno, bonito y barato” en algo tan serio, tan sensible, como la alimentación. ¿Dónde está la clave?  A lo mejor hay varias vías… Nosotros abogamos por la que sabemos que surte efecto y que, más allá de cualquier especulación teórica, posibilita ofrecer alimentos de seguridad intachable y de la mejor calidad, al mejor precio posible. Los ingredientes son eficiencia, productividad y eliminación de cualquier elemento que no añada valor a la cadena. Y aquí está el quid: En la cadena. Si empezamos a generar seguridad desde el arranque de la misma, desde la producción primaria, estaremos ya ganando enteros en términos de seguridad, y evitaremos que los eslabones ulteriores tengan que encarecer graciablemente el proceso por tener que hacer lo que los eslabones precedentes tenían que hacer y no hicieron. Para que esto funcione hace falta que los eslabones todos trabajen en absoluta comunión de objetivos, en el marco de una relación estable y transparente en la que impera la confianza mutua basada en hechos. Seguridad sostenible en una cadena agroalimentaria sostenible.

JOSÉ IGNACIO ARRANZ
FORO INTERALIMENTARIO
Presidente